Nueva normalidad

¿Cómo será la «nueva normalidad»​ empresarialmente?

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La pandemia de #COVID19 ha traído cambios a nuestra sociedad que han venido para quedarse, algunos son evidentes, pero otros no lo son tanto. No nos basaremos en elucubraciones, sino en las estrategias que han tomado líderes y países, además de tomando datos con probada confianza estadística.

Los cambios que estimamos se centran en 4 ejes:

  1. Desglobalización selectiva
  2. Economía y sociedad digital
  3. El teletrabajo como nueva normalidad
  4. Demanda de salud y sostenibilidad

Sobre la estrategia de costes asociada a la #globalización, el SARS-Cov-2 ha venido a dar un mazazo de realidad ante la temeridad de no implementar sistemas de seguridad en cualquier tecnología, el mayor hacker de la historia (la naturaleza) ha dado un paso fulminante descalabrando todos los planes multinacionales a escala global. La deslocalización ha puesto de manifiesto su carencia de resiliencia y la fragilidad de las cadenas de suministro cuando el problema ataca a la logística mundial, que fue la primera víctima global del Covid-19.

@McKinsey ya cita en su informe «Fast-forward China: How COVID-19 is accelerating five key trends shaping the Chinese economy» que, para mantenerse a flote, las estrategias locales fueron fundamentales para China. Si bien esto es algo obvio, no deja de ser revelador, cómo el destino global de la producción mundial (China), se ha fortalecido debido a la desglobalización inherente a su condición de líder industrial.

Continuando con el informe de McKinsey, se han detectado 5 tendencias en China que marcan diferencias respecto de la batalla global EEUU-China por el liderazgo mundial, son la digitalización, los mercados locales, la hipercompetitividad, la conciencia sobre la salud, y un reequilibrio de los sectores privados y sociales. Exceptuando al último, que guarda relación con la naturaleza del sistema de gobierno de China, los 4 anteriores forman un anticipo de lo que será la nueva normalidad en Europa y América. En resumen, romper las dependencias globales para atender a las carencias locales en aras de conservar al activo indispensable, o sea, la población.

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Concluimos por tanto, que la producción local estratégica será fundamental para la escalada hacia la normalidad, al menos en los países que opten por la forma menos temeraria de hacerlo, dada la incertidumbre sobre futuros rebrotes y sus ya predecibles consecuencias en la cadena de suministro de materias primas o partes elaboradas en países distantes. En realidad, la globalización estaba ya en entredicho en la batalla EEUU – China.

En nuestro sector (TIC) de la industria y tecnología, que básicamente provee de servicios a otras empresas, al carecer de un producto propio, tendremos que amoldarnos a la demanda en clave local, a la relocalización digital, que no física y, probablemente, a una digitalización intensa de los procesos B2B B2C y otras fórmulas, que ya son un A2A (all 2 all) en China, donde ya casi no se usa dinero metálico, sino transacciones legales y monetarias por WeChat o AliPay. Cabe destacar que no sólo hablamos de micropagos, sino de expediciones enteras de millones que se cierran en segundos.

En nota al margen, resulta paradójico que el reciente anuncio del cierre de Nissan en España, se base en una decisión de la alianza formada por Renault Nissan Mitsubishi, que hace un ejercicio de relocalización de la producción sobre los geo-mercados «locales» donde se presume cierto grado de liderazgo a cada marca y perfil productivo. Renault se queda con Europa, mientras que América y Asia será en nuevo mercado objetivo de las restantes marcas. Veremos muchos movimientos desglobalizantes similares en breve.

La economía digital y la sociedad que la acompaña estaba esperando un detonante, y la Covid-19 lo ha sido, desde los mercados que han descubierto el bitcoin como valor refugio diferente del oro, al uso incrementado de las operaciones digitales de todo tipo, forzadas por los confinamientos, que han demostrado que esa cadena de valores y servicios estaba allí, preparada para explotar en cualquier momento.

En lo concerniente al consumo, prueba la escalada digital el incremento del 33% en las operaciones de comercio electrónico desde Abril, o la agilidad con la que el pequeño comercio ha utilizado canales informales para recibir sus pedidos, vía WhatsApp, con un incremento de las entregas a domicilio superior al 77% en lo que va de año.

Pero esto abre un abanico de nuevas oportunidades, cuando la localización es una ventaja y la capacidad de almacenaje un reto, se hacen necesarias herramientas insospechadas hace unos meses.  Angélico Hernández, experto y formador en Dirección de Operaciones y Supply Chain afirma que «Será necesario aplicar herramientas [programas informáticos] que estudien la demanda y hagan sus previsiones de futuro a corto plazo y no estén basadas en históricos, que ahora no tienen sentido. La optimización de stock para responder a la demanda será otra de las herramientas básicas». De nuevo China nos ha adelantado hace tiempo con su esquema hiper-ágil que sitúa su comercio y logística en la más avanzada del mundo, aunque el valor o bien de consumo se encuentre en una aldea, un caso muy frecuente cuando compramos en AliExpress, sin saber que se trata de un pequeño comercio local que aligera stock por ese canal cuando la demanda interior declina, aunque es también una práctica habitual de grupos de estudiantes para obtener fondos para financiar sus estudios.

En España se ha instaurado el plan Acelera Pyme (https://acelerapyme.gob.es/) dotado con hasta 200M€ con el fin de impulsar la maltrecha masa empresarial que constituye la mayoría del empleo de nuestro país (las PYME). Sin embargo nosotras pensamos que la iniciativa individual de crédito no es suficiente para relanzar sosteniblemente a esas empresas. Se ha demostrado cómo el gobierno Chino ha sentado la diferencia aportando herramientas y cambios legislativos que han facilitado en extremo la cadena de valor, ya sea subvencionando la logística así como financiando las inversiones tecnológicas comunes con paquetes de soluciones homologadas por el gobierno y confeccionadas por las grandes proveedoras TIC de la zona. Esto forma parte de la estrategia china de pacificar la competencia interna, maximizando la ventaja externa, algo impensable en nuestras economías neoliberales decimonónicas.

Que el #teletrabajo ha supuesto la tabla de salvación de la economía nadie lo duda, sólo hay que tomar el incremento del 4,8% al 34% en su práctica, agregando que las empresas de labores no presenciales han alcanzado el 100% en casi todos los casos (entre ellas la nuestra con un 99%). La cadena de consecuencias derivadas es un tema que da para una tesis doctoral, sólo citamos algunos datos fácilmente contrastables: Incremento de la productividad, descenso de la siniestralidad vial, eliminación del contagio estacional, reducción de la huella de carbono nunca vista, conciliación familiar y flexibilidad horaria bidireccional, adopción masiva de las herramientas de teleconferencia e incluso telepresencia, generación de la demanda real que el 5G necesitaba, y un sinfín de consecuencias, todas positivas. Quién lidere la transformación digital laboral en este sentido, liderará su mercado mundial sin duda alguna.

La nueva demanda sostenible es el director general de la nueva economía post-pandemia, y está claro que apunta a dos conceptos que están en boca de todos, pero no en las realidades de muchas. La sostenibilidad y la salud son dos claves que los consumidores van a buscar, destinando su tiempo y dinero a la obtención de productos seguros y ecológicamente sostenibles. No lo decimos nosotros, es ya un dato con contraste estadístico confiable según la herramienta Pulso de Banc Sabadell, que cita que, aunque la actividad comercial de los últimos 30 días está en un 70% comparada con el año anterior, muestra una distribución que deja claro que, tras la demanda lógica de alimentación (ojo!: con un repunte del consumo de proximidad del 8% al 18%) y el hundimiento de la hostelería y restauración que ni aparece, se ha concentrado en productos de alimentación, salud y tecnología, marcando una nueva tendencia. Por otra parte todo apunta a un probable abandono de la compra impulsiva y a un consumidor mucho más consciente de los valores respecto a la salud y sostenibilidad ecológica de lo que compra.

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Quizás esta pincelada de la «nueva normalidad» sea acertada o efímera, lo que está muy claro es que la sociedad en pleno ha experimentado una realidad diferente, en la que hay cosas que han odiado y disfrutado, y eso genera una huella indeleble. Tendremos pues que ser inteligentes en la oferta, ya que cuando se establece una necesidad que conforma la demanda, no seguirla es pronóstico de fracaso y obsolescencia.

PD: Incluimos el documento de MacKinsey que ha servido como inspiración al artículo que hemos redactado: